Estos días húmedos y fríos, que no parecen pertenecer a la primavera, uno estaría muy bien cerca de una de éstas, con la luz apagada, dejando que el reflejo rojizo del fuego pinte de monigotes las paredes y caliente la ropa. Contigo al lado sería estupendo llegar al momento en que la piel de la cara arde y hay que retirarse un poco, lo justo para que, en medio, quepan las caricias.
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Estos días húmedos y fríos, que no parecen pertenecer a la primavera, uno estaría muy bien cerca de una de éstas, con la luz apagada, dejando que el reflejo rojizo del fuego pinte de monigotes las paredes y caliente la ropa. Contigo al lado sería estupendo llegar al momento en que la piel de la cara arde y hay que retirarse un poco, lo justo para que, en medio, quepan las caricias.
Cuando quieras volveré a encenderla.
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