sábado, 20 de marzo de 2010

Ser papá sin ser mamá

Foto: Susicroft (María Jesús A. G.) tomada en Oslo, Noruega.

He conocido a varios padres, dos de ellos me adoraban: mi padre y mi abuelo. Tenía esa evidencia de que era cierto por encima de enfados familiares y de ausencias de besos y elogios gratuitos que no eran necesarios.

He conocido a muchos más padres, tanto en mi trabajo como en mi entorno y he tenido clarísima esa evidencia de devoción por los hijos. ¿A qué viene esa predilección de los "legisladores" por favorecer a la mujer en perjuicio del varón en la atención de los hijos en los casos de separaciones?

No se trata de que los padres tengan derecho a sus hijos sino de que los hijos (y uso el genérico en ambos casos) tienen derecho a sus padres, a ambos, en igual medida y consideración.

A diario veo niños y niñas en brazos de sus padres varones encantados de absorber ese cariño que conozco por mí misma en mi experiencia personal.

Pido igualdad y justicia real para todas las personas, no esas aberraciones de leyes y juicios que tenemos.

Y pido castigo para las personas que con sus palabras envenenan a niños y niñas contra el otro progenitor poniéndolo en su contra.

Pido el derecho de niños y niñas a que sus padres no peleen aunque se odien y que se respeten en su presencia.

Pido felicidad para los padres, las madres, los niños y las niñas.



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